El sector inmobiliario fue dejando atrás la época en que sus empresas destacaban por el oscurantismo, una falta de políticas de mercado y escasa atención a los clientes, pero eso no es suficiente. Las inmobiliarias forman parte del mismo engranaje empresarial que cualquier otro sector y deben adaptarse a un mercado cada vez más atomizado y donde la diferenciación cobra cada vez más importancia.
Y para conseguir dicha diferenciación y valor añadido, las empresas (sobre todo las pymes), deben apostar por potenciar o crear su imagen de marca. La imagen corporativa entendida como “el conjunto de cualidades que los consumidores atribuyen a una determinada compañía y cómo se la percibe” cobra especial importancia en un contexto de crisis económica. Los resultados, generalmente, no suelen darse a corto plazo, ya que una marca no se hace de la noche a la mañana, pero mejor tarde que nunca. O sino que se lo digan a empresas consolidadas en el sector que, a pesar de sufrir también las consecuencias de la crisis, resisten con buenos datos y mantienen su reputación.
Pensar que la imagen de marca no es necesaria en un mercado donde “el cliente sólo va a comprarnos en una ocasión a lo largo de toda su vida” es un error. Mucha gente compra por la confianza que le merece una marca y la busca expresamente, entre dos ofertas similares siempre prevalecerá la de la marca más conocida o si nuestra marca es tenida en cuenta por los compradores, la recomendarán a otros y se convertirán en prescriptores de la misma.
Sin duda, una buena imagen es una oportunidad para las empresas (sobre todo para las pequeñas y medianas, como decíamos) a la hora de:
–Posicionarse en el mercado
–Fidelizar clientes
-Diferenciarse y distinguirse de la competencia
-Y ahorrar en costes. Por ejemplo, publicitario, ya que el esfuerzo para que la empresa sea conocida será menor con una buena imagen.